“Era uno de los más rigurosos, enfocados y productivos científicos del CIAT. Él, sin duda, fue el mejor entomólogo en Colombia y Latinoamérica. Al igual que Tony Bellotti, fue un gigante de la entomología de CGIAR y dejó una marca única en la investigación”, así resume Joe Tohme, director del Área de Investigación en Agrobiodiversidad, la brillante carrera científica del doctor César Cardona Mejía.
El investigador, quien falleció el pasado miércoles 19 de junio en Cali, marcó una leyenda de éxitos científicos y personales, no solo en el CIAT, sino en Colombia y América Latina y la noticia de su deceso se convierte en un momento triste, pero oportuno para llenarlo sólo de elogios entre quienes lo tuvieron como líder y amigo.
El CIAT ha dispuesto una página especial donde amigos y colegas pueden compartir sus pensamientos, recuerdos y fotos, además de enviar mensajes de condolencias a sus familiares.
El doctor Cardona fue un estudioso de tiempo completo. Una vez se graduó como ingeniero agrónomo de la Universidad Nacional de Palmira, hizo la maestría en entomología en University of California, Santa Barbara, donde también adelantó sus estudios de doctorado.
Lideró importantes proyectos que aportaron a la ciencia, a la agricultura y a la vida misma, escribió incontables artículos merecedores de premios nacionales e internacionales; participó en eventos, dictó conferencias, talleres y seminarios, dirigió tesis… Incluso, el que tenía el privilegio de ser asesorado por el doctor Cardona, con seguridad lograba un reconocimiento.
“Cuando uno sabe, no le da miedo compartir su información”, esa era su premisa, por eso entregó sin recelos su saber a estudiantes de la Universidad Nacional de Palmira y la Universidad del Valle donde fue profesor y, por supuesto, a muchas generaciones en el CIAT.
“Si mis padres me formaron como persona, el doctor Cardona me formó como profesional; lo que sé, se lo debo a él”, dice Juan Miguel Bueno, Asociado de Investigación del área Mejoramiento de Fríjol-Entomología.
El 1 de junio de 1978 llegó al CIAT. Se integró al Programa de Fríjol y desarrolló varias líneas sobresalientes de investigación, con énfasis en la resistencia de las plantas, como un enfoque sostenible para el control de plagas que los agricultores pudieran fácilmente manejar. Se le recuerda especialmente por su trabajo pionero en la resistencia a los brúquidos Zabrotes, una importante plaga del fríjol. Asimismo, lideró el trabajo en la resistencia o tolerancia al gorgojo de la vaina del fríjol en América Central, y a las chicharras Empoasca y Thrips palmi. Su labor de investigación no se limitó a la resistencia de las plantas, también lideró trabajos en el manejo integrado de plagas de la habichuela en la zona andina, en Ecuador y Colombia.
Los últimos diez años de investigación los desarrolló como científico principal en Entomología de Forrajes. Otro de sus pupilos y gran amigo, Guillermo Sotelo, Asociado de investigación en Entomología de Forrajes, lo recuerda como “aquel maestro, guía y faro que cambió la entomología de este país y Latinoamérica. Gracias a su trabajo comprometido pudo entregar variedades resistentes a las diferentes plagas en Colombia y en el mundo. Se fue un grande”.
Una de las cuotas femeninas en su camino de enseñanza se llama Myriam Cristina Duque, su eterna alumna. La estadística del CIAT en los proyectos Agrobiodiversidad y Biotecnología y Mejoramiento en arroz, nunca ahorró palabras para agradecerle a su maestro lo mucho que aprendía cada día de él. Fueron más de dos décadas de trabajo conjunto.
“Ir a un seminario suyo es ir a la fija. Es la demostración de que la claridad no riñe con la profundidad. Todo lo que dijo al principio era necesario para entender el final… No creo que nos dio un seminario, fue todo un curso de entomología, de ecología, de trabajo en equipo, de claridad mental, de presentaciones en público…”, fue el mensaje que le envió Myriam en 2001. Doce años después seguía pensando lo mismo.
Entre tanto, los 34 años que lleva en el CIAT el científico John Miles, fitogenetista del programa Forrajes Tropicales, también le dan la autoridad para decir “un fitomejorador no pudo tener mejor colaborador que César Cardona”.
Pero no sólo el CIAT tuvo la fortuna de contar con la sapiencia del doctor Cardona. En el Instituto Colombiana Agropecuario (ICA) inició su carrera profesional. Allí formó parte de los llamados “Siete Samurái del ICA”.
También trabajó en la Federación Nacional de Algodoneros, en Centro Internacional de Investigaciones Agrícolas en Zonas Áridas (ICARDA por sus siglas en inglés) en Siria, donde estuvo cuatro años y la Sociedad Colombiana de Entomología (SOCOLEN), donde fue su socio fundador. Hoy todas estas entidades lamentan su partida.
Cigarrillo, fútbol y frases célebres
Ninguno de sus amigos recuerda con exactitud cuántos cigarrillos se fumaba, pero hubo un momento de su vida donde sí pasaba de la cajetilla diaria. Otra de sus pasiones era el fútbol y a este hincha acérrimo del Deportivo Cali era normal verlo en épocas de mundiales con su televisor al hombro armando la fiesta deportiva.
Esta faceta de emotivo amante del fútbol era contraria a la del científico riguroso, explosivo, serio y un ‘poquito’ o mejor “muy malgeniado” investigador. Lo que muchos coinciden en afirmar es que cuando el doctor Cardona fue abuelo su fuerte carácter cambió.
Para Steve Beebe, líder del programa de Fríjol, compañero y amigo, el doctor Cardona será recordado también “por su sentido del humor y su humanidad. En la época de restricciones presupuestales, cuando el recorte de personal parecía inminente, César sufría al pensar en tener que terminar el contrato de alguno de sus colaboradores. De temperamento aparentemente fuerte, César se ganó la lealtad y el afecto de todo su personal y sus colegas sin excepción.
Hace cuatro años le dijo adiós definitivamente al CIAT. No sin antes comprar por internet decenas de libros de historia. Los fue leyendo mientras contemplaba a Cali desde su casa en las afueras de la ciudad.
En la noche del miércoles, luego de que su salud se complicara, dijo adiós.
Se fue el investigador, aquel que no permitía trabajos mediocres, a quien había que rendirle al ciento por ciento, el hombre que cuando ganaba un premio económico lo repartía entre su equipo; se fue el científico que si requería estar concentrado ponía en la puerta de su oficina “Aunque estoy no estoy”.
Se fue el hombre de la frase célebre y que quedará grabada en la memoria de sus cientos de pupilos y amigos “una vaca azul es una vaca azul”. En la ciencia los datos no se alteran y punto.
Adiós científico, maestro, amigo.