El informe State of the World 2011, publicado a mediados de enero por el Instituto Worldwatch, da 15 ejemplos descritos como “prescripciones comprobadas y sostenibles desde el punto de vista ambiental” para buscar formas más eficaces de enfrentar la nutrición deficiente, la pobreza y el cambio climático.
“Las soluciones no provendrán necesariamente de producir más alimentos, sino de cambiar lo que los niños comen en las escuelas, la forma en que los alimentos se procesan y comercializan y los tipos de negocios de alimentos en que estamos invirtiendo”, aseguró Danielle Nierenberg, codirector del proyecto Nutriendo el Planeta en un anuncio en el sitio web de la organización.
A continuación dos ejemplos de intervenciones eficaces que se enumeran en el anuncio:
En el barrio pobre más grande en Nairobi, Kenia más de 1.000 mujeres agricultoras cultivan huertas “verticales” en bolsas llenas de tierra con orificios, para dar de comer a sus familias y comunidades. Estas bolsas además de tener el potencial para alimentar a miles de residentes citadinos, proporcionan una fuente de ingresos sostenible y fácil de mantener para los agricultores urbanos.
Se pronostica que para el 2050 más del 60% de la población africana vivirá en zonas urbanas, por lo que estos métodos pueden ser decisivos para crear seguridad alimentaria en el futuro.
En la actualidad, un 33% de los africanos vive en ciudades y 14 millones más migran a zonas urbanas cada año. En todo el mundo, unos 800 millones de personas practican la agricultura urbana, produciendo del 15 al 20% de todo el alimento.
El Programa de Desarrollo de Innovaciones en Cultivos Escolares (DISC) de Uganda está integrando la información nutricional y la preparación de alimentos en los programas de estudios escolares, para enseñar a los niños cómo cultivar variedades locales de cultivos que ayudarán a combatir la escasez de alimentos y revitalizar las tradiciones culinarias del país.
Un 33 % de los niños africanos actualmente padecen de hambre y desnutrición. Dicha cifra podría aumentar a unos 42 millones para el 2025. Los programas de nutrición escolar que no solamente alimentan a los niños, sino que también los inspiran y les enseñan a convertirse en los agricultores del futuro, son un enorme paso hacia el mejoramiento de la seguridad alimentaria.
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